Reading Time: 1 minuteSemana Santa
En el bar.
Tú hablas de Buda mientras Manolo
te pregunta por las procesiones.
Entonces te imaginas siguiendo a la marea humana,
toda bien vestida, casi toda en colores negros
y piensas: me voy a beber.
Y vas y entras en un bochinche y pides vino hasta reventar,
y al salir a la calle te asalta, desde arriba,
la imagen de un hombre, de unos treinta y tantos,
medio desnudo, cargando una cruz que no le pertenece,
sangrada toda su cara y con una expresión de dolor
que nunca has visto…
¿Qué es esto? ¿Por qué pasean el sufrimiento de este hombre?
… ¿Por qué este sacrificio?
… Das unos pasos, te caes al suelo sobre un charco
y te sorprendes al ver como se apresura
una perra abandonada a limpiarte la cara y las manos:
“Deja que limpie tus manos y tu rostro cansado”-dice ella.
Y tú contestas:
Por haber amado tanto… por haber amado tanto y siempre
con fe, tú no tienes ningún pecado.
Vulgar
Aquí yace,
frente a esta bolsa de basura,
una paloma muerta.
No es una paloma cualquiera,
es la única paloma aún joven
que yace muerta frente a mí…
Así pues, no es una paloma vulgar.
La noria
Sobre una lágrima,
a través de la extrema piel del agua
incidía la luz sobre mi pecho.
A tan sólo un centímetro escaso de su boca
mi corazón latía apresurado,
se esforzaba en el mecanismo rojo
de las cavidades de la noria y
las llenaba,
las vaciaba sobre la ropa
y dentro del hueso
y así, continuamente,
repetiendo la reverencia humilde con el gesto.