¿Qué harás cuando se lleguen
a tu cama los lobos
y en tus sueños comiencen
a devorarte los pies?
¿Qué harás cuando, al querer gritar,
claven tus cuerdas vocales
erizos de mar y con tus dientes
te ahogues
—palabra tras palabra—
en los arenales de una voluntad
nuevamente insatisfecha?
Sin hogar y sin futuro
adormeces con la vida al cuello,
bajo la atenta mirada del televisor.