por Javier Hernández Fernández y Ubaldo Suárez Acosta.
(JHF) No existe crítica literaria en Canarias. No existe la crítica literaria de libros que se dedique con autonomía, independencia, coraje y compromiso al análisis y valoración de la obra literaria. Hay, sí, y en cantidad aceptable y con un cierto dinamismo, reseñas, antologías, ensayos literarios e investigación filológica. Pero no crítica de obra literaria. De todas estas “posibilidades críticas”, la reseña es nuestra gran oportunidad perdida. La reseña que leemos por estas latitudes se autolimita a satisfacer la función promocional de la obra y, habitualmente, el mercadeo de favores o la sencilla adoración del amigo. Se lee, sí, una intención metaliteraria, pero se evitan los juicios de valor y estéticos distintos del mero parabién. La función promocional y de felicitación gana tal dimensión que, como un festivo golem gigantesco, ensombrece y aplasta toda pretensión analítica. Y junto a este golem, el autor de la reseña acapara, frecuentemente, tal protagonismo que el libro, objeto, supuestamente, de sus palabras, queda relegado a un plano residual.
El ensayo literario y la investigación filológica sí arriesgan una valoración implícita (la elección del autor de su estudio, por ejemplo) pero ofrecen un perfil incompleto de la obra cuando silencian los naturales vaivenes creativos del autor. En lo que respecta a las antologías, tienden a evitar el compromiso y el riesgo valorativo explícito, eluden la propuesta teórica, la reflexión, la definición de sus porqués, identificar corrientes, estilos, cánones. No se asumen riesgos. Y, sin riesgo, ¿qué nos queda en Canarias de Literatura? Sin pensamiento crítico en Literatura, la Sociedad ahonda su enfermedad, su apatía, y condenamos al individuo a satisfacer la avaricia de los grandes grupos editoriales, al onanismo eterno. Y así, solo el lector, huérfano de alguien que le proponga ese diálogo reflexivo que es la crítica literaria, rodeado de un “qué bueno que es todo”, sospecha de la validez de su literatura más cercana, la rechaza. ¿Acaso lo reducido del territorio nos vuelve acomodaticios y serviciales? ¿Acaso evitamos el riesgo y la responsabilidad de la Literatura? …Algunos dicen “esto es un sitio pequeño”, “aquí nos conocemos todos”, “no vale la pena enemistarse con nadie”; “yo también quiero que me publiquen”. Excusas. Instinto de conservación. Ensoñaciones. Falta de interés, falta de perspectiva para la literatura en Canarias.
(US) Al escribir de crítica literaria, nos referimos a la crítica publicada en la sección de Cultura (o similar) y en el suplemento homónimo en los periódicos del archipiélago. Dejaremos, para otra ocasión y por falta de espacio, los espacios en cadenas de televisión y emisoras de radio, aunque no se alejarían demasiado de las conclusiones de este análisis.
El juicio sobre una obra literaria puede terminar con un veredicto positivo u otro negativo. Lo que se publica en Canarias en los medios de comunicación no es crítica nunca, sino elogio, halago o agasajo hiperbolizados. Ya sea por ignorancia, por no herir sensibilidades, por amistad o por conformarse en ser mero soporte promocional, los juicios que se vierten carecen, por lo general, de valor crítico alguno. Por tanto, rompen el pacto de credibilidad que suscriben de manera implícita el autor o autora de la crítica o reseña y su público lector.
Hay otra variedad que no aspira a ser crítica en absoluto, sino que de entrada proclama su derecho a hacerse eco de o a saludar las novedades. El autor del artículo celebra con cierto alborozo la publicación de una obra. Sin embargo, eso tiene trampa: aun sin elogiarla de manera explícita, con la comunicación al gran público de que un libro ha salido a la venta, que es una manera de seleccionar ese libro entre muchos otros, se obtiene el mismo efecto. En estos tiempos en el que los mismos medios de comunicación ya no luchan por atraer lectores/as fieles sino a captar la atención el mayor tiempo posible, no nos podemos llevar a engaño de las verdaderas implicaciones de aquel saludo.
Excepciones aparte, la generalidad de la crítica literaria se basa en el presupuesto de que la literatura canaria (o hecha en Canarias) es frágil y necesita de constante apoyo, fomento y protección. De aquí se deduce que no está madura para recibir reproche alguno. Este presupuesto paternalista es a veces sincero, pero desencaminado, y en otras ocasiones sirve de mero disfraz del amiguismo o de la devolución de compromisos adquiridos, lo que resulta lamentable, como todo engaño.
Quien considere que la cultura canaria sufre de tal debilidad que hay evitarle toda crítica, debería tener en cuenta que la emulación forma parte del aprendizaje de cualquier escritora o escritor. Entronizar obras mediocres como la quintaesencia de la literatura supone confundir, aparte de mentir, no solo al público lector que acabará comprando y leyendo lo que no querría si hubiera estado bien aconsejado, sino a la/el aspirante a literata/o, que acabará tomando como modelos a autoras/es sin talento y copiando modos de escribir que mejor haría en rechazar. La supuesta protección no haría sino minar la cultura que se pretende proteger. Triste destino.