Nada se acerca más al vacío que el poema. Pero incluso el más exiguo puede estar impregnado del éter poético y, al mismo tiempo, llegar azorado por los vientos del vértigo sentimentalista, el ahogo expresivo o la vanidad del autor, del verso por el verso rimado y los palabros. El poema, por sí solo, no produce luz; de la misma forma que una sensibilidad más desarrollada, honda o receptiva no hace al poeta… Es preciso un autoconocimiento de sí mismo, una cierta profundidad en las cargas bélicas; una conciencia estructurada y en orden o feliz o caóticamente consciente y con cierto estilo. Algo que decir… Es necesaria una mano capaz de señalar el lugar de las mareas que perpetran el asalto del poeta y lo nublan…
La poesía exige un compromiso personal, un reconocimiento de las propias limitaciones para que el verso no quede en tentativa, en lagrimeo o vanidad, que sea más que una línea de ojos pintarrajeada bajo la larga sombra del ego… De ahí que el poema sea, a veces, un espacio tridimensional habitado por nubes separadas entre sí y que el poeta, en ocasiones, no llega a unir en un nuevo ser, sueño, órgano, vómito o pesadilla, paisaje aprensible y real, al menos para el Otro… Los efectos de la poesía se sienten cuando la hay (igual que la materia oscura), cuando provoca en el lector, cuando es capaz de guiarlo hacia una experiencia hasta ese momento desconocida o velada… Y es en estas coordenadas, donde nada parece acercarse a una certeza, a una definición absoluta y radical (acomodaticia), donde cada individuo debe aceptar su parte de responsabilidad y libertad, y donde podemos conocer la poesía a través de Federico J. Silva (Gran Canaria, 1963).
Federico J. Silva es la voz poética más original (publicada hasta el momento y con obra personalísima) de la poesía canaria y que, aún en este recién comenzado siglo 21, se defiende perfectamente sobre un cuadrilátero. Sin duda, hay y habrá poetas jóvenes que sepan ponerla en aprietos (¡y es necesario que así sea!), pero no deja de ser la propuesta del grancanario una poética sólida, un diálogo constante con otras tradiciones y autores (vivos y muertos), además de (o sobre todo) con el lector y su lengua… todo un reto. Federico J. Silva no hace concesiones en sus poemas y exige complicidad y esfuerzo, sentido del humor ( tan necesario en los poetas); da una bofetada en sus primeras lecturas… Además, lejos de propuestas «facilistas» o de rápida sensibilidad, Federico J. Silva no duda en asumir sus armas (y riesgos) para usarlas y actualizarlas, mientras a horcajadas de una cuasiomnipresente fina ironía, derriba monstruos de la vieja dama polvorienta y la siempre joven tradición latinoamericana.
Sin duda, a los poemas de J. Silva se le puede señalar con rotundidad y crítica ese nivel de exigencia, las piruetas lingüísticas que comparte para llegar a la poesía; las «malas» maneras de un léxico acrobático (pero no superfluo) que parece no preocuparse en comunicar; el ser un «extremista» del lenguaje… Pero, si se puede hacer, es porque hay fondo y porqués en todo ello; porque existe la novedad y la extrañeza en los poemas, un profundo distanciamiento de la sensiblería y de las romanticonas ideas, del elitismo, que otros se han empeñado en perpetuar sobre los poetas y la poesía. Ante todo, se intuye un trabajo de minero detrás de los versos, de ahí que los planteamientos de Federico J. Silva provoquen en varios direcciones, desde las más «técnicas» hasta las que afectan al lector y su lectura… Así, una muestra como un par de ojos:
Hijos de pauta Sí decididamente yo soy yo soy un hombre que ha roto más de un plato que escupe para arriba sesenta veces por segundo que señala con el dedo a quien esconde la piedra y nos da la mano a quien matar quiere dos pájaros de un tiro ̶yo vivo en guerra con los hombres y en paz contra mis entrañas ̶ he de morirme me moriré de un ataque de víscceras quizá solo y en mi sangre perfumado pero no de asco contemplándolos los sintripas los reversibles los transferibles los inercambiables los que una prótesis tienen de pasión con la etiqueta colgando ̶si no queda satisfecho le devolvemos su dinero ̶ los del corazón de zarzuela los que simulan llevar ruedas pequeñas en la bicicleta los de hombreras en el alma los cocodrilos sin conjuntivitis los envasados en tetrabik al vacío los inmunizadores sinmaculados los hermeneutas inconvincentes los hermenetuas neumatizados los efervescentes artificiales los inodoros los incoloros los insípidos los freevolos sin alas los que hay que ver cada ver cada vergüenza cada cadáver (de Sea de quien la mar no teme airada)
Con destinatario yo miro tus ojos como se mira un índice a ti estoy destinado aliterada clandestina de mis versos amotinada en la bibliografía de mis versos obstinada mente tintinean ̶te quiero es la onomatopeya ̶ mis huesos te quiero es la onomatopeya de mis huesos sin ti nada es guillotina de los relojes plenilunio sin retinas tinieblas tinieblas sin ti nieve soy sin ti niebla soy sin ti náufrago voy patinadora de mi sangre salvo tus ojos todo es ilusión (de La luz que nos hiera)
Crítica del juicio
sobre gustos hay demasiado escrito de gustibus non est disputandum pero yo soy uno de esos que siempre preferiremos la mujer que nos pise los ojos que nos escupa las manos especialmente las reincidentes Historia autocrítica hace unos siglos para qué engañarnos la habría arrastrado por los cabellos como a una sabina la hubiera raptado la hubiera comprado con catorce años de pastoreo por tres o cuatro camellos permutado pero oiga me alegro pese a todo de no poder arrastrarla raptarla permutarla comprarla de que sea libre hasta la desolación y la congoja y de tener que escribirle estos poemas tan feos como camellos por ver como no sucumbe a mis deseos civilizados
Espíritu olímpico
el sexo contigo es el único deporte donde lo que me importa es participar" "Un objeto sexual" me mandaba a callar ̶come y calla ̶ entre sus muslos sólo te soporto me repetía cuando te tengo debajo o con la boca llena me gustas cuando callas ̶bilingüísmo d las ingles ̶ y estás como (de A un amar adverso)